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Subiendo montes

Sangüesa-Monreal Camino Aragonés

Panorámica de los prados en el camino Aragonés

Día 7 de junio de 2018 5ª etapa

Nos levantamos como todos los días a las 6 de la mañana, tras acicalarnos un poco y acondicionar la mochila, nos preparamos un desayuno en la cocina a base de de los Capuchinos de sobre que llevamos, y un yogurcito de mermelada de esos de Negrillos que suelo coger yo. Una vez desayunados salimos del albergue, cerramos la puerta y dejamos la llave en el buzón como nos había dicho la hospitalera Trini, una mujer muy simpática y agradable, y nos vamos a un bar que abre por la mañana a comprar pan para los bocadillos.
Una vez agenciado el pan, arrancamos dirección Monreal que tenemos 27 kilómetros por delante y los pies ya hechos polvo tanto pisar barro y agua, ademas de los km. Pasamos un puente de hierro saliendo de Sanguesa y por el camino vamos bordeando una papelera que reparte una pestilencia que no veas. Pasamos también por un huerto con árboles de cerezas y cogimos dos o tres a ver qué tal estaban. A partir de ahí, yo creo que todo ha sido subir caminos embarrados, sin cortar la hierba, prácticamente el camino era el arroyo y todo cubierto por altas hierbas que nos mojaban los pies y las piernas, porque todo el camino ha sido caminos embarrados, sin preparar, sin acondicionar, se ve que por la zona de Navarra los peregrinos nos tienen un poco abandonados o no les interesa que
pasemos mucho. El caso es que por muy pocas zonas el camino es un poco decente. Aparte de que no debe haber Asociaciones de Amigos del Camino, puesto que está señalizado justo justito por la Diputación.
Pasamos por un pueblo que no hay nada, y seguimos andando los 18 kilómetros que nos quedan hasta Alcoy, que ya nos habían dicho que no había bares ni albergue ni nada por el estilo. Subimos a una altura de casi 800 metros.
Total que llegamos a Alcoy y nos comemos un bocadillo que llevamos en la mochila. Buscamos un bar que decían que igual está abierto, pero no, habían cerrado. Recargamos las botellas de agua y seguido a hacer los 10 kilómetros que nos faltan para Monreal. A Bego a las ampollas le van dando guerra, y a mí la planta de los pies me duelen a rabiar, así que optó por tomar un antiinflamatorio para poder continuar el camino que se nos hace más pesado y más duro, son muchos kilómetros con caminos todos embarrados.
Una vez abajo, pasamos por un pueblo Salinas de Ibargoiti y miramos a ver si podiamos comprar algo para beber. No había bares pero nos encontramos con unas maquinas, donde compramos dos cervezas. Vemos a unos hombres en la calle y les preguntamos por el bar hablando con ellos que estaban con el amaiketako, nos invitaron amablemente a unos vinos, unos trozos de chorizo, y jamón muy ricos. A la salida del pueblo pasamos por cerca de la iglesia románica, dedicada a San Miguel y le hago unas fotos a un caballito que estaba en un corral.

Una vez en Monreal llegamos al albergue nos esperamos sentamos y mientras viene la hospitalera para registrarnos. Cuando viene la hospitalera nos registramos. El albergue a pesar de ser del Ayuntamiento cuesta 10 €, lo tienen privatizado, y la lavadora tres, pero bueno la lavadora en todos sitios cuesta 3 € pero 10 € el albergue no es lo habitual en los albergues Municipales.
Tras el registro a la ducha, pero sólo hay dos , así que vamos haciendo cola para lavarmos, haciendo turnos para poder entrar, pero yo aprovecho que está mi mujer dentro de una y me meto con ella y así terminamos más rápido los dos juntitos. Seguido unos macarrones con chorizo de León picante y cebolla que estaban de muerte, no sé si era por el hambre que llevamos o porque están buenos, pero nos los comimos con ganas. Después de comer, aquí al lado de la iglesia está el bar que regenta también la hospitalera y nos tomamos unos cafés con leche y unos churros y un chupito de licor de hierbas.
Mas tarde ellas quedan en el albergue y yo salgo a dar una vuelta por el pueblo para verlo. La Iglesia está cerrada así que no se puede ver, se ve que la casa de Dios aunque es de todos, no es para todos, y esta cerrada a todas horas se ve que tienen miedo a que Dios escape de la la Iglesia así que le cierran con llave. El pueblo es muy bonito, a mí al menos me gusta lo que hay.
Después de dar una vuelta por el pueblo vuelvo al albergue y nos comemos unos bocadillos para cenar, que habíamos preparado y de paso ya hacemos los bocadillos para el día siguiente con unas compras que habíamos echo un poco antes en el pueblo.
Más tarde cuidarle los pies a Bego, que cada vez los tiene peor, y cada vez tiene más ampollas, y poco después a la cama, que al día siguiente hemos decidido hacer solo 13 km, porque Bego apenas puede andar, así que nos vamos a un pueblecito que está a 13 km. nos levantaremos pronto a las 7 en vez de las 6 y a dormir que mañana será otro
día.

Flores del camino

Galería Fotográfica de Sangüesa-Monreal.

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