Dedicado a todas esas personas en los múltiples caminos de Santiago que muchas de ellas de una forma altruista y otras como forma de vida, pero todas ellas dedicadas a hacernos mas llevadero el camino a las innumerables personas peregrinas de toda condición que pululamos por los caminos, con su paciencia dedicación y buen hacer. Muchísimas Gracias.
Ángeles del Camino
Por senderos antiguos y piedras milenarias,
caminamos los sueños, las almas cansadas,
bajo el sol abrasante o el manto estrellado,
buscando descanso, un rincón calmado.
Y allí están, los ángeles sin alas,
en albergues sencillos, en humildes posadas,
con manos abiertas y sonrisas calladas,
ofreciendo calor, comprensión, esperanza.
No piden aplausos, ni oro, ni fama,
tan solo te ofrecen su tiempo, su calma,
y con paciencia infinita y bondad sin medida,
nos brindan abrigo para sanar la vida.
En sus ojos brilla la luz del camino,
conocen las penas, el polvo divino,
y al darnos cobijo, comida y apoyo,
hacen que el cansancio se haya olvidado.
Entre montañas, valles y veredas,
en el silencio de noches y brumas,
son la mano amiga, el alma serena,
que calma el dolor y llena la espera.
Sin ellas el paso sería más duro,
más largo el sendero, más lejano el futuro,
pero en su entrega, tan pura, tan buena,
encontramos siempre nuestra propia estrella.
Así, agradecemos, con paso y latido,
a los ángeles que hallamos en este Camino,
que sin recompensa más que el agradecimiento,
nos regalan su amor y todo su aliento.
Las flechas del camino, unas hacia destino, y otras hacia dentro de cada uno.
